Este fin de semana, como cada año
festejamos el día del padre, a diferencia de los anteriores, este fin se tuvo
que organizar para estar con mi padre, mi suegro y el padre de mis hijos.
Afortunadamente pudimos separar, estar el sábado con mi suegro y el domingo con
mi padre, de esa forma logramos disfrutar de cada uno por mayor tiempo. El
sábado se celebró el cierre del evento
de son a son en Xalapa, se presentaron en el parque de los Berros Los
cojolites, Los aguas aguas, Sonex, entre otros. La cita era desde las 5 de la
tarde, y después de la parrillada que mi suegro organizó en la terraza de su
casa, nos arreglamos y salimos a disfrutar de la tarde en el parque. Cerca de
las 7pm llegamos al parque, después de ir por un helado en el centro de Xalapa,
caminamos por los andadores del parque disfrutando de la naturaleza. Árboles
grandes que dan muy buena sombra y que nos protegieron de la lluvia que
comenzaba en ese momento. Mi hijo de dos años, ya corría junto con su abuelo y
su papá, y al pequeño de casi 6 meses yo lo llevaba de brazos. Escuchamos
sones, vimos zapateados y disfrutamos de algunas décimas. Cerca de las 9pm, ya
se sentía el fresco de la noche, la lluvia ya se había alejado, sólo habían
sido un “espanta flojos”, como diría mi mamá. El pequeño después de tomar su
leche, estaba cansado y quería dormir. Lo empecé a arrullar en mis brazos,
tenía música de fondo para lograr un balance a ritmo de son. Siempre que lo
tengo en esa posición él me mira a los ojos y a veces me sonríe, yo siempre me
pregunto qué pensará. En ese momento se me ocurre voltear al cielo y fue
fascinante observar la noche despejada aunque sin estrellas, y entre las ramas
de los árboles grandes se alcanzaba a ver la luna. Le dije al pequeño: “ay mijo, no
cualquiera lo arrullan con esta hermosa vista”.
Al día siguiente, el día del
padre nuestro destino fue Coatepec. El plan era llegar al almuerzo a casa de
mis padres, en donde llegaría mi hermano con mis sobrinos y mi cuñada. Desde
que íbamos en la carretera, mi hijo mayor desde su asiento del auto iba
disfrutando del paisaje que sólo en esa región se observa. Árboles y mucha
vegetación, y esa sensación placentera de llegar a casa. Mi mamá ya nos
esperaba con el comal encendido y la masa lista para hacer unas tortillas de
mano o unas picaditas, a gusto del cliente. Preparó además unos chiles rellenos
de queso con epazote que estaban muy buenos. Me hice mis tacos con frijoles
negros y esos deliciosos chiles. Después de comer y comer y además de disfrutar
de la familia, los pequeños tomaron su siesta y sólo esperábamos que
despertaran para regresar a casa. Mientras ellos dormían, yo en la cocina
ayudando a mi mamá a lavar los trastes vinieron a mí muchos recuerdos de mi
infancia cuando vivía en Coatepec. Ya casi para salir, me habló mi mamá para que
fuera al patio a ver sus orquídeas que están floreando. Hermosas como siempre.
Nos preparamos para el regreso, y al estar sentada en el coche, todo listo para
salir a carretera, sólo pensaba en voz alta….No me quiero ir”.